"En Irán no existen las elecciones como en Occidente". Con estas palabras comienza Nazanin Amirian, profesora iraní de Ciencias Políticas en la UNED, el análisis en Radio Nacional de las elecciones que celebrará su país para elegir a su presidente el próximo 12 de junio.
Se trata de unos comicios regidos por una república islámica, lo que cambia por completo la idea que se tiene en Occidente sobre unas elecciones democráticas. "La mitad de la población no se puede presentar: ni las mujeres, ni las minorías religiosas ni los contrarios a la república islámica", indica Amirian, que recuerda que la campaña se realiza "entre las diferentes facciones de la república" ya que no existen partidos políticos. El objetivo, según la profesora, es que un grupo alojado en el poder consiga "tener una mayor porción en el poder ejecutivo".
Esta situación hace dudar a Amirian que la llegada de un nuevo presidiente permitiese una apertura ante la actual política ultraconservadora implantada por Ahmadineyad, el máximo favorito, según la profesora. "Es el que tiene más posibilidades" y el preferido por Jameini, que "opta por un candidato ex militar como Ahmadineyad".
En cuanto a Mousaví, la profesora pide prudencia. "Le han presentado como medio reformista, medio conservador, pero Mousaví ya tiene en su carpeta la matanza de miles de presos políticos cuando él era primer ministro", recuerda Amirian.
El pueblo "ve imposible cualquier reforma"
En este sentido, la iraní apunta a la importancia de mantener "la integridad territorial". "Hay guerras por los cuatro costados y la gran preocupación de los iraníes es mantener el territorio", afirma Amirian. "Se han reducido las protestas sociales para no debilitar al Gobierno, que es la única garantía para mantener la integridad del país".
La profesora de la UNED ha indicado que el reciente lanzamiento de un misil por parte de su país es "una advertencia de Ahmadineyad a Israel, una forma de demostrar que la república islámica esta alojada en el poder y de que somos capaces de convertirnos en una potencia regional".
Además, la profesora indica que la "desgana y desilusión" puede provocar una alta abstención en un pueblo que "ve imposible cualquier reforma, pero no sólo económica sino relajar la presión religiosa, a esas patrullas que hacen imposible la vida diaria".