Científicos italianos han descubierto la existencia en Roma de un enorme río subterráneo por debajo del Tíber. Según el vulcanólogo Franco Barberi, el río subterráneo está completamente separado del Tíber y la alta temperatura de sus aguas, en torno a los 20 grados, permtiría su uso como fuente de energía geotérmica.
Barberi realizó más de 200 pozos bajo la ciudad y las muestras que obtuvo le han permitido concluir que este río, situado entre 30 y 60 metros de profundidad, tiene un PH neutro y no presenta contaminaciones.
El acuífero subterráneo transcurre entre la grava y la arena del antiguo curso del Tíber, situado entre dos estratos impermeables.