George W. Bush echa la vista a atrás a punto de dejar la Casa Blanca y sólo lamenta algunas cuestiones de forma: un par de expresiones y haber dado la imagen de ganador de la guerra de Irak a los pocos días de la invasión.
Han pasado cinco años y medio, las tropas siguen enfrentándose diariamente a la violencia (van 4.193 soldados estadounidenses muertos en el país) y su felicitación a las tropas sobre el portaaviones Abraham Lincoln junto a una pancarta que rezaba "misión cumplida" se considera ya un símbolo de sus graves errores de cálculo sobre el conflicto.
En una entrevista a la CNN, el todavía presidente ha dicho "lamentar que esa pancarta estuviera allí". "Algunos entendieron que Bush creía que la guerra de Irak había terminado, pero eso no era lo que yo pensaba. Era un mensaje dirigido sólo a los marineros", ha asegurado refiriéndose a ese 1 de mayo del 2003.
La "guerra contra el terrorismo", leit motif de su presidencia, le llevó a hacer más declaraciones de las que arrepiente. "Lamento haber dicho cosas que nunca debería haber dicho".
Por ejemplo, cuando tras el 11-S pidió capturar a Osama bin Laden "vivo o muerto". O cuando se dirigió arrogante a los insurgentes iraquíes: "Que me los traigan aquí". "Mi mujer me recordó que, como presidente de Estados Unidos, tenía que tener cuidado con lo que decía".
Por el contrario, Bush ha dicho sentirse "orgulloso de haber sido el comandante en jefe de personas tan valientes en tiempos de guerra".
Sobre el futuro, ha dicho que tras dar el relevo a Barack Obama el 20 de enero, volverá a Texas donde "quizá" escriba un libro. El presidente menos valorado de la historia moderna del país dice que quiere "que la gente sepa la verdad de cómo pasaban las cosas en el despacho oval durante una presidencia en la que a menudo tenía que hacer llamadas tensas".