El último balance oficial de las víctimas del terremoto de Sichuan, en el suroeste de China, eleva el número de fallecidos a más de 12.000. Una cifra que podría triplicarse en las próximas horas porque sólo en la ciudad de Mianyang 18.645 personas están sepultadas bajo los escombros.
El seísmo de una intensidad de 7,8 en la escala de Richter todavía no ha terminado porque casi dos mil réplicas han seguido al terremoto. Unas sacudidas que están dificultando las labores de rescate.
Se agotan las posibilidades de encontrar con vida a los 900 estudiantes que quedaron atrapados al desplomarse su centro de enseñanza secundaria en el barrio de Dujiangyan a consecuencia del terremoto de 7,8 que azotó la provincia de Sichuan.
Sin esperanza
En declaraciones al New York Times, un miembro de los equipos de rescate, Lu Zhiqing afirma que "no hay esperanza para ellos" debajo de las toneladas de escombros. En su opinión es imposible que "nadie siga vivo".
Algunos padres intentan encontrar a sus hijos mientras otros hacen de tripas corazón mientras identifican los cuerpos. La policía intenta mantener apartados a los curiosos que deambulan intentando hacer fotos con el móvil o con cámaras digitales.
Sólo los equipos de desescombro y los médicos están autorizados a entrar en la zona. Los doctores llevan horas sin encontrar a nadie con vida y los equipos de socorro trabajan contrarreloj, cada minuto cuenta para encontrar a los supervivientes.
El seísmo registrado el lunes es el peor terremoto que ha vivido China desde 1976, en aquel temblor de tierra fallecieron 240.000 personas.