Dinamarca logra el imposible y repite victoria en el Mundial de balonmano, la tercera consecutiva, al derrotar en la final de Estocolmo a Francia por 29-34. Los daneses, liderados por un inmenso Rasmus Schimdt (10 goles) son la primera selección en conseguir tres oros.
El podio lo completa España, que en el partido anterior por el tercer puesto se ha impuesto a Suecia por 36-39. Precisamente los daneses fueron los verdugos de los Hispanos en semifinales.
Francia lo intentó hasta el final, a pesar de lo que refleja el marcador. En el último minuto se vino abajo y se rindió ante el campeón. Un resultado que supone un cambio de ciclo.
Balonmano - Campeonato del Mundo masculino. Final: Francia - Dinamarca - ver ahora
Y es que los franceses, con seis Mundiales, ceden el testigo a una selección danesa que antes de sus tres consecutivos solo tenía dos platas y un bronce. Pero también ha habido un relevo de liderazgo en la propia Dinamarca,
Mikel Hansen, el 'thor' danés, ha cedido el testigo a un vendaval llamado Rasmus Schimdt, autor de diez goles en el partido de 11 intentos. El despertar del central del Veszprem húngaro llegó en la segunda parte.
Antes, en la primera, le tocó a Pytlick con seis goles llevar la manija en ataque. Francia fue siempre a remolque en el marcador, nunca estuvo por delante, pero llegó a recortar diferencias de cuatro hasta ponerse a uno en ocasiones.
Moller y Landin, muros en la portería danesa
Tanto hacer la goma pasó factura en el tramo final a los de Guillaume Gille, que vieron escaparse el sueño del séptimo Mundial. Nedim Remili fue quien sostuvo en la primera parte a los galos con cinco de sus seis goles totales.
El recital de Landin que privó a España de la final
En la segunda trataron de relevarle Ludovic Fabregas y Richardson, pero se vieron impotentes ante la defensa danesa. Si el meta Niklas Landin fue clave en semifinales ante España, en la segunda parte de la final el muro fue Kevin Moller.
Y mientras, el gigante Hansen en el banquillo disfrutando de los goles de sus compañeros y saliendo para anotar un siete metros. Un alarde de la potencia, también de banquillo, que tiene Dinamarca, la dominadora del balonmano actual.