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Shakhtar Donetsk, un club sin hogar por la guerra en Ucrania

DIEGO TOMÉ
6 min.

2 de mayo de 2014. Esa fue la fecha en la que el Shakhtar Donetsk disputó su último partido como local en el Donbass Arena. La que durante cinco años fue la casa del conjunto ucraniano, se había convertido en apenas unos meses en campo de batalla para el primer gran conflicto bélico en Europa desde la guerra de Yugoslavia.

Donetsk, el hogar habitual del rival del Real Madrid este 19 de octubre en la Champions League, se convirtió en uno de los puntos más calientes del globo hace más de siete años. Y es que la cuenca del Donbass, al este de Ucrania y limítrofe con Rusia, se levantó en armas en abril de 2014, después de que la revolución pro-europea que tuvo en la Plaza Maidán de Kiev su epicentro triunfase derrocando al hasta entonces presidente ucraniano Victor Yanukovich.

Tras la anexión de Crimea por parte de Rusia -referéndum mediante-, los grupos prorrusos mayoritarios en el Donbass vieron una oportunidad de ocupar los edificios legislativos y declarar la independencia unilateral de Ucrania en mayo de 2014. Así dio comienzo la guerra en el este de Ucrania, un conflicto que se prolonga hasta el presente y que obligó al Shakhtar Donetsk a huir de su territorio.

Se recrudecen los combates en el este de Ucrania

De estadio de fútbol a campo de batalla

Nada más comenzar el conflicto armado entre el ejército ucraniano y las milicias prorrusas, el Shakhtar Donetsk abandonó su hogar, más por obligación que por una decisión deportiva.

Los grupos paramilitares que habían proclamado la independencia del Donbass se habían atrincherado en el lujoso y moderno estadio del Shakhtar para combatir al ejército ucraniano en aquel inicio de la guerra.

Tras la finalización prematura del campeonato a causa del conflicto, Rinat Ajmetov, presidente del conjunto minero, aprovechó su influencia en Donetsk para convocar una manifestación cuyo lema era “Donbass sin armas”.

A aquella protesta promulgada por el propietario del Shakhtar -que a su vez es la persona más rica de Ucrania con una fortuna superior a los 6.000 millones de euros en 2021 según ‘Forbes’- le siguió una manifestación convocada por aficionados del Shakhtar que pedían acabar con el conflicto armado.

Aquellas peticiones de poco sirvieron, ya que el 23 de agosto de 2014, antes de que la temporada 2014/15 diese comienzo, el Donbass Arena sufrió varios bombardeos que dejaron el estadio inhabilitado para la práctica deportiva. Estos ataques se sucederían durante los siguientes meses, obligando al Shakhtar Donetsk a buscar un nuevo hábitat lejos de su hogar.

El conflicto bélico que se vive en Ucrania ha deteriorado un estadio cinco estrellas que solo tenía cinco años de vida. El conjunto de Lucescu lleva más de un año jugando en Leópolis por culpa de la guerra.

Pese a su compromiso con la región, donde creció y formó uno de los principales conglomerados empresariales de Ucrania como SCM, Rinat Ajmetov vio como el comienzo de la Liga se aproximaba sin un estadio donde el conjunto minero pudiese disputar sus encuentros.

Jugar todos los partidos de visitante

Shakhtar y Donetsk es una mezcla indisoluble. Tanto, que el propio nombre del club hace referencia a la minería, la principal industria económica de la cuenca del Donbass.

Desde finales de 2014, el Shakhtar es un poco menos de Donetsk. Y es que como solución provisional en un primer momento, el conjunto ucraniano se desplazó hasta Kiev para entrenar y montar su nueva sede a la espera de que el conflicto armado llegase a su fin.

Sin embargo, para disputar sus encuentros ligueros cada fin de semana el Shakhtar debía completar los más de 500 kilómetros que separan Kiev de Lviv, la localidad donde el conjunto minero jugaría Liga y Champions.

La distancia aumenta si fijamos la vista en el Donbass Arena. Lviv y Donetsk están situados en los extremos opuestos de Ucrania, y los más de 1200 kilómetros que separan a ambas ciudades hacían imposible que el Shakhtar estuviese arropado por su afición.

A las dificultades en los desplazamientos habría que sumar un nuevo elemento a la ecuación, y es que el Shakhtar, club representativo de la región pro rusa que había decretado la independencia unilateral de Ucrania, estaba jugando en una zona de mayoría europeísta, lo que complicaba aún más los viajes de sus aficionados y alentaba la animadversión en el resto de Ucrania hacia un club como el Shakhtar.

“Es difícil jugar sin el calor de la afición, jugamos todos los partidos de visitante”, explicaba Marlos en un reportaje para ‘The Guardian’ en el año 2015. El jugador brasileño, a día de hoy, sigue siendo el único representante de aquel Shakhtar de los brasileños que continúa en el club ucraniano.

El conflicto afectó sobremanera a un club que venía en 2014 de ganar las cinco últimas ediciones de la liga ucraniana y que se vio sobrepasado por su principal rival, el Dinamo de Kiev, que se llevó el triunfo en las dos temporadas siguientes.

A ello, se le sumó el hecho de que buena parte de los extranjeros de la plantilla (Alex Teixeira, Douglas Costa, Fred, Dentinho, Facundo Ferreyra e Ismaily) se plantase contra el conflicto y aprovechando un viaje del Shakhtar a Lyon decidiesen rebelarse y quedarse en Francia pese a las amenazas del club.

De Jarkov a la casa del eterno rival

Los acercamientos hacia el Donbass se produjeron en 2017, cuando tras haber perdido las dos anteriores ligas y sobre todo, el apoyo de la afición, el Shakhtar se aproximó a Donetsk disputando sus encuentros como local en Jarkov, a poco más de tres horas en transporte de su localidad.

Pese a que el cambio dio sus frutos y el conjunto minero volvió a recuperar el cetro como campeón de Ucrania, un nuevo revés llegó con el COVID. Y es que, tras el estallido de la pandemia, se volvió tarea imposible entrenar en Kiev y desplazarse cada fin de semana para disputar sus encuentros en Jarkov.

Fue así como el Shakhtar Donetsk comenzó a ocupar en la temporada 2020/21 la casa de su eterno rival, el Dinamo de Kiev. De nuevo la animadversión hacia el equipo de una región como el Donbass, que ha reiterado su compromiso de abandonar Ucrania, se hizo notar en el Olímpico de Kiev, siendo los derbis -como el disputado hace unas semanas- los momentos de máxima tensión.

Por otra parte, en la cuenca del Donbass no existe idea más allá de la contienda armada. Todas las grandes competiciones deportivas, como la reunión internacional de pértiga, organizada anualmente por Serguei Bubka en Lugansk, quedaron desterradas por un conflicto que ya ha apartado de sus casas a cerca de un tercio de la población que habitaba la región antes de la guerra.

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