¡Con Burgos empezó todo!, recordaba Carlos de Andrés durante la gala de presentación que tuvo lugar el jueves en la ciudad castellana. Aquí fue donde por primera vez, desde que estallara la pandemia mundial del Covid-19 se organizó una carrera ciclista UCI, fue la Vuelta a Burgos. Un año después, también aquí, se cierra el circulo con el regreso de los aficionados a la Vuelta ciclista a España.
Esta conjunción de ciclismo y Burgos no es casual. Estamos en la única capital de provincia junto con Astana (Kazajistán) que da nombre a un equipo ciclista capaz de competir -y muy bien- en las grandes carreras, el Burgos-BH. De esta tierra no en vano es el ciclista que más participaciones en la Vuelta ostenta en su palmarés: Íñigo Cuesta.
Las fechas no eran las mejores, en mitad de un puente en el que el país entero piensa desde enero para pisar la arena de la playa, y las condiciones climatológicas eran peores aún. La ola de calor ha llegado también al lugar en el que los más pícaros denominan como el sitio donde se fabrica el frío.
A pesar de todo, la afición se ha volcado. Nadie se ha quedado en sus casas bajo el alivio del aire acondicionado. La Vuelta 2021 salía desde la catedral de Burgos y eso hay que celebrarlo. Tanto burgaleses como visitantes.
Atrás se queda ya el recuerdo del inicio de la Vuelta 2020, cuando en la salida se respiraban los nervios y la tensión de la incertidumbre que generaba el poder llegar a Madrid o no.
Ojalá esta fiesta que ha acogido este sábado Burgos dure hasta Santiago de Compostela. El ciclismo es lo que es gracias al aficionado y sin él no es lo mismo.