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Tokyo 2020 | NATACIÓN

Definición de espíritu olímpico: Schoenmaker gana el oro con récord mundial y sus rivales se alegran tanto como ella

Lab RTVE.es
2 min.

Se denomina fair play o juego limpio a la conducta honrada en una competición. Los Juegos Olímpicos suelen ser el mayor escaparate de esta deportividad y en Tokyo 2020, ha vuelto a ocurrir. Ha sucedido en la final femenina de 200 m braza, donde la sudafricana Tatjana Schoenmaker se ha colgado la medalla de oro además de lograr el tercer récord mundial femenino de estos Juegos Olímpicos, tras los obtenidos en las pruebas por equipos por China en la final de 4x200 libres; y Australia en el 4X100 estilo libre.

Pero, lo verdaderamente digno de subrayar, es la actitud de las rivales estadounidenses a las que se ha impuesto en la final. La reacción de Lily King y Annie Lazor, plata y bronce respectivamente en la final, demuestra que la rivalidad de toda competición pasa a un segundo plano cuando la situación lo requiere. Las muestras sinceras de alegría tras el oro de su rival con esa plusmarca mundial prueban que en el deporte ganar no siempre lo es todo.

Tatjana Schoenmaker se ha impuesto en la final de los 200 metros braza con un tiempo de 2:18.95, mejorando la marca que tenía desde 2013 la danesa Rikke Moller Pedersen (2:19.11). Schoenmaker no participó en los Juegos Olímpicos de Río, pero ya fue subcampeona del mundo en los 200 m braza en 2019. Esta vez se ha subido al primer escalón del podio y lo ha hecho nada menos que convirtiéndose en la primera mujer en bajar de 2:19.

La sudafricana Schoenmaker, oro y récord del mundo en los 200 braza

Otros ejemplos de 'fair play' en Juegos Olímpicos

La neozelandesa Hamblin y la estadounidense D’Agostino se fueron al suelo al chocar esta última con otra rival mientras luchaban por meterse en la final de los 5.000 metros en los Juegos de Río 2016. La estadounidense, en vez de seguir corriendo, se paró y ayudó a Hamblin a levantarse para continuar. Las dos terminaron la prueba juntas antes de fundirse en un abrazo en la línea de meta.

El británico Derek Redmond sufrió un desgarro en la semifinal de los 400 m lisos de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, pero siguió corriendo como pudo. Su padre, Jim, no pudo soportar ver a su hijo así y saltó de la grada para ayudarle a terminar la carrera.

La sudafricana Tatjana Schoenmaker es abrazada por sus rivales trar su récord del mundo en los 200 braza.

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