Lo que se les escapó en el Tour de Francia, cual azucarillo en un café caliente, en la Vuelta a España lo han podido celebrar. Primoz Roglic vence por segundo año consecutivo la carrera española y lo ha conseguido gracias a dos factores diferenciales, su ambición por sumar triunfos de etapa y la exhibición táctica de su equipo en la decisiva penúltima etapa.
Cuatro triunfos de etapa significan hasta 30 segundos de bonificación (en la crono no hay bonificaciones) más los seis segundos sumados en Ciudad Rodrigo por ser segundo.
En Madrid lucirá el rojo con tan solo 26 segundos de ventaja sobre el segundo clasificado, Richard Carapaz (Ineos).
El otro factor determinante ha estado en el desarrollo de esa etapa con final en La Covatilla. Era el día para atacar a la desesperada al líder de la carrera pero la mejor defensa ha sido un buen ataque.
Desde salida, el equipo holandés permitió una fuga numerosa pero se preocupó de filtrar ahí a un hombre, a Lennard Hofstede.
Cuando parecía que lo más fácil hubiera sido permitir que la fuga adquiriera una ventaja mayúscula, el equipo de Roglic puso al pelotón un ritmo tan alto que a la última ascensión sus rivales llegaron sin compañeros. Ni el incansable Andrey Amador había podido resistir junto a su líder, Carapaz. ¿Quién sabe si Carapaz hubiera podido atacar un kilómetro antes en La Covatilla?
La otra jugada maestra fue el papel de Hofstede en la fuga. Cuando Roglic se quedó solo, cuando veía que Carapaz se iba en solitario por delante, ahí apareció Hofstede.
El holandés tal vez no tenía las fuerzas que hubiera deseado el esloveno pero psicológicamente ayudó el no verse desamparado. ¿Y si el Ineos hubiera tenido a alguien por delante para ayudar a Carapaz?