La decimoquinta etapa de la Vuelta estaba llamada a ser determinante pero en su desarrollo no se han producido cambios significativos en la clasificación general. ¿Y si lo acabara siendo, por el desgaste acumulado, y lo comprobamos el viernes o el sábado?
Los casi 231 kilómetros que el pelotón han recorrido, con tres puertos de montaña mediante, han estado aderezados por una humedad inusual. La zona glaciar de Sanabria ha envuelto la etapa en la lluvia y la niebla y eso puede acusarse en los cuerpos de los esforzados ciclistas.
"Va a sufrir Roglic, van a picar las piernas en lo que queda", advirtió Josan Matxin (el director de Pogacar que ya sabe lo que es amargar al Roglic el último día) en la meta de Puebla de Sanabria cuando TVE le preguntó si el líder tenía el rojo asegurado.
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Para La Covatilla el sábado las condiciones pintan a ser todavía más crueles. ¿Por qué no pensar en que el mayor enemigo del líder es Carthy y no Carapaz?
El director del EF, Juanma Garate, avisó el miércoles: "No nos conformamos con el podio, queremos ganar la Vuelta".
El británico puede ser, por su lugar de nacimiento, el que mejor se desenvuelva entre la niebla y las precipitaciones. Es demasiado grande para esquivar al viento pero en L’Angliru demostró tener más piernas que el resto cuesta arriba.
Parece claro que la victoria se la llevará no solo el más valiente camino de Ciudad Rodrigo, hay terreno para intentar la emboscada, y en la Sierra de Béjar. Triunfará aquel que mejor maneje los nervios y, sobre todo, aquel que mejor ejecute la recuperación después de ‘La Clásica Sanabresa’.
"No es lo mismo recuperarse de una etapa de 180 kilómetros que recuperarse de una etapa de 250", palabra de Perico Delgado.