Siempre hay diferencias entre el desarrollo del Tour y el desarrollo de la Vuelta. En Francia lleva años la estructura Sky/Ineos controlando la carrera y este año tomó el testigo el Jumbo Visma. Ante el poderío de estos dos grandes bloques solo Pogacar ha sido capaz de mostrar indolencia en años.
En la Vuelta a España la película siempre cambia. Aquí los británicos nunca han sido capaces de controlar la carrera con puño de hierro y eso juega en favor del espectáculo.
Movistar, el animador de la carrera
A las características de esta peculiar Vuelta otoñal se ha sumado la mejor de las virtudes, la ambición de los equipos y en especial la del equipo Movistar. El conjunto español es otro en la Vuelta, se ha dejado notar desde el día de Arrate y en La Rioja han derrochado coraje.
"No es fácil en el Tour atacar cuando el Sky o el Jumbo ponen un ritmo que cuesta mucho seguirlo", reconocía Alejandro Valverde en la rueda de prensa del día de descanso. En la Vuelta los jefes son ellos.
La octava era una etapa en la que los favoritos se podían haber permitido el lujo de ceder la victoria a la escapada pero este Movistar ni lo contemplaba.
"Enric Mas conoce la subida a Moncalvillo, es el favorito para hoy", parecía bromear Valverde en la salida de Logroño. Luego se demostraría que el balear iba justo de fuerzas en los últimos metros.
A casi 60 kilómetros para la meta, en las primeras rampas de La Rasa (2ª categoría) apartaron a los Ineos de Carapaz de la cabeza del pelotón e hicieron la selección. La fuga tenía por entonces más de 4 minutos de renta pero antes de la ascensión final ya habían sido engullidos. Ritmo infernal el marcado por los Verona, Erviti y Oliveira.
Un pulso Roglic-Carapaz que será difícil de olvidar
La réplica al equipo telefónico la puso el Jumbo por medio de Gesink pero sobre todo el Education First, con Carthy como abanderado.
Y después, el ataque sorpresivo de Vlasov y, por encima de todo lo demás, la lucha de titanes entre Roglic y Carapaz. Los dos mantienen cuentas pendientes desde el Giro 2019 y la pelea de hoy costará que se olvide. Cara a cara sin ahorrar un solo watio.
Al aficionado, que este año solo le queda seguirlo por televisión, le duelen las piernas al ver a sus ídolos retorcerse en rampas como las de Moncalvillo pero sabe que esto es el ciclismo: valentía, sufrimiento y emoción. Puro espectáculo.