Hay apenas unos centímetros de distancia entre los primeros competidores que debutaban en el Mundial de kárate de Madrid. La zona de calentamiento era un hervidero para preparar el cuerpo y la mente antes de saltar a los cuatro tatamis que presidían el Palacio de los Deportes de la capital de España. Primero los representantes masculinos y luego las representantes femeninas en la modalidad de kata, ajustaban sus movimientos antes de la competición.
La respiración y los gestos de todos los contendientes configuraban un mosaico de coreografías imposibles venidas de los cinco continentes. Karatecas de de todos los rincones del planeta compartían un espacio más que reducido pero en una sintonía casi perfecta sin perder la concentración. Ese momento resume quizás parte de la filosofía de un deporte donde el respeto hacia el rival y la disciplina se impone por encima de la competición.
Se desentumecían los participantes al tiempo que los aficionados más madrugadores disfrutaban con una competición donde Damián Quintero y Sandra Sánchez se se clasificaban para la final de kata del próximo sábado.
Precisamente en esta modalidad es donde este deporte está dando más alegrías a la delegación española, una modalidad en la que nuestro país siempre ha sido una referencia. "En cuanto al mayor éxito del kata ahora frente al kumite es un tema generacional. En general Epaña ha sido buena en kata siempre y en kumite va a rachas", según ha explicado Enrique Romero, un profesor de kárate en Torrevieja que disfruta estos días de su deporte en Madrid.
"La buena salud de nuestro deporte viene de lejos. El éxito de este deporte viene de cuando llegaron los maestros japonese a nuestro país, ellos pusieron la semilla y la gente comenzó a practicar kárate con muy buena calidad desde el principio y así hemos podido progresar más rápido que otros países. Por eso España, Japón y Francia son las grandes potencias", ha afirmado.
El kata levanta pasiones en todo el mundo y prueba de ello lo hemos encontrado en las gradas del Palacio de los Deportes de Madrid donde los jóvenes Harriet y Fin, de 16 años, practicantes en Herreford asisten a la cita mundialista.
“Venimos de Gran Bretaña para disfrutar de nuestro deporte y seguir las evoluciones de Kerrie Griffin de Gales que está en su tercer mundial. Practico kárate desde hace diez años tres días por semana y ojalá algún día pueda estar en el tatami de competición”, afirma Harriet Castle desde la grada al tiempo que nos muestras sus preferencias por Kiyou Shimizu como su referencia mundial.
“El esfuerzo económico de venir a Madrid compensa “
Su compañero Fin McPartlin viene de Gales también para animar a su equipo y afirma que “el esfuerzo que supone venir a Madrid compensa la pasión que siente por un deporte que pracitca en el club Sushokan en las modalidades de kata y kumite aunque siente más preferencia por la primera debido a sus cualidades al tiempo que resalta el esfuerzo que deben hacer los karatecas en su país a la hora de afrontar las diferentes competiciones, “En la mayoría de los casos debemos costearnos las competiciones”, añade.
Una famila de 140 países
Que el kárate es una gran familia lo podemos comprobar escuchando a dos des sus participantes, en la modalidad de kumite.Los panameños Alberto Gálvez y Adán Diaz compiten en kumite -67 y -75 kilos y Madrid es la culminación de un trayecto no exento de dificultades que gracias al entrenamiento y el sacrificio y las ganas han podido hacer realidad.
"Respeto mutuo, responsabilidad y amabilidad son las señas de identidad del karate, somos una gran familia y quizás los lazos de amistad que se generan entre los compañeros son lo más especial de este deporte", afirman antes de su debut.
"Es difícil practicar kárate en un país tan pequeño y como afirma Alberto algunos estamos aquí gracias al esfuerzo de empresas privadas y un poco apoyo de Pamdeporte mientras que en el caso de Adán "se debe gracias al apoyo familiar".
Del otro extemo del mundo encontramos al seleccionador del equipo chino, Asen D’Jamirze que se muestra ilusionado ante su primer campeonato del mundo con la expectativa real de conseguir algunos oros en Madrid. Pero por encima de todo reclama la experiencia de disfrutar del kárate por encima de los resultados y ser partícipe de este gran espectáculo internacional y comprobar el crecimiento de este deporte con su futuro olímpico en puertas”.
El exkarateca pone el acento en el aspecto mental de este deporte, no tanto en la competición sino en el desarrollo personal: “cada atleta es único y la clave está en el balance entre el cuerpo y las capacidades técnicas para poder dar el máximo". Asimismo afirma que el kárate es un trabajo a tiempo completo y la clave es evolucionar día a día. No por el hecho de ser olímpico debe hacerse un esfuerzo extra sino que debe verse como una oportunidad para trabajar juntos y mostrar todas las virtudes", analiza.
Y como tal familia, el kárate comienza en casa, tal como afirma Enrique Romero: “los niños contactan con el kárate gracias a los padres, porque ellos les orientan, antes teníamos la referencia de las pelis de artes marciales y ahora esa referencia ya no está".
“Antes teníamos las películas de artes marciales, ahora el kárate se inculca desde casa“
"Se les engancha viendo que hay un buen ambiente, mucho respeto entre compañeros que se ayudan unos a otros y aunque se trabaja masculino y femenino al mismo tiempo en el dojo es lo mismo porque las chicas pueden ser mejores que los chicos y ellos lo aceptan, hay una igualdad total y les hace sentir cómodos".
Por último señala las claves para poder formar a un futuro campeón.: "cuando llegan al dojo se les ve la capacidad atlética pero el talento físico debe acompañarse con el psocológico y lo importante es que el niño perseverante que quiere seguir insistiendo que el que tiene un talento físico. Hay grandes campeones de hoy en día que no eran especialmente buenos y están aquí compitiendo. Es un deporte de paciencia", finaliza.