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Por amor al tenis

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ANTONIO SERRANO
3 min.

Miles de personas pasan cada día por las instalaciones de la Caja Mágica de Madrid para ver a los mejores tenistas del mundo en acción. Nadal, Federer, Murray, Ferrer, Venus, Ivanovic; son alguno de los nombres que han estado y están deleitando a los aficionados a la raqueta.

La Caja Mágica no para durante diez días, mañana, tarde y casi noche para que el espectáculo no cese. Pero la buena salud de la que goza el Open de Madrid se debe en gran medida al altruismo de más de medio millar de personas que ceden su tiempo por amor al tenis.

En apenas cinco minutos de paseo por las instalaciones del Masters 1000 de Madrid no pasa desapercibido el color azul de las chaquetas de muchas chicas y chicos entre los 20 y los 30 años en su mayoría.

Todos ellos forman parte del "batallón de los chaquetas azules" para el correcto funcionamiento de la vida en la Caja Mágica.

Irene tiene 22 años, estudia psicología en la Complutense y es una gran aficionada al deporte. Cuando era pequeña practicaba tenis y ahora se ha pasado al fútbol, pero esa afición de niña la ha llevado a enrolarse en los voluntarios que hacen posible la vida en las instalaciones.

La joven estudiante hace un poco de todo, coloca a la gente en las gradas, vigila que no haya ningún despistado y de paso puede ver como su tenista preferido, Rafa Nadal, gana partidos en Madrid.

Rosa, Elena y Miriam también son grandes aficionadas al tenis y ninguna de ellas pasan de los 25 años. Estas tres chicas también son parte de esa masa de más de 500 voluntarios que por vocación se reparten en turnos de mañana y tarde.

Las tres voluntarias de 'azul' están detrás de una barra que delimita el punto de información para los periodistas que cubren el quinto Masters 1000 del año y tercero en tierra.

Rosa es licenciada en periodismo, y debuta este año como voluntaria en el Open de Madrid, y la experiencia ha sido tan buena que espera repetir el año que viene, algo que ya hicieron Elena y Miriam.

Ellas se conocieron en la pasada edición del Masters madrileño, destacan el gran ambiente de trabajo y el compañerismo. Pero no sólo son altruistas una vez al año por amor al tenis.

En sus vidas destaca la solidaridad por vocación. Elena también es periodista y colabora con una ONG, mientra que Miriam se decidió por la rama de la psicología y también es voluntaria en una asociación.

Irene, Rosa, Elena y Miriam repetirán el próximo año, y es que sin la voluntad de todas estas personas anónimas el buen funcionamiento del Masters no sería igual.

El domingo cierra sus puertas la Caja Mágica y con ella, los más de 500 voluntarios que volverán a sus vidas hasta que vuelvan a coincidir dentro de 365 días, pero antes de decir hasta luego, todos se juntarán en una gran cena de clausura.

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